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domingo, 13 de diciembre de 2015

AGUJEROS DE GUSANO

Un agujero de gusano es un túnel que conecta dos puntos del espacio-tiempo, o dos Universos paralelos. Nunca se ha visto uno y no está demostrado que existan, aunque matemáticamente son posibles.
Se les llama así porque se asemejan a un gusano que atraviesa una manzana por dentro para llegar al otro extremo, en vez de recorrerla por fuera. Así, los agujeros de gusano son atajos en el tejido del espacio-tiempo. Permiten unir dos puntos muy distantes y llegar más rápidamente que si se atravesara el Universo a la velocidad de la luz.
Según la teoría de la relatividad general de Einstein, los agujeros de gusano pueden existir. Tienen una entrada y una salida en puntos distintos del espacio o del tiempo. El túnel que los conecta está en el hiperespacio, que es una dimensión producida por una distorsión del tiempo y la gravedad.
Einstein y Rosen plantearon esta teoría al estudiar lo que ocurría en el interior de un agujero negro. Por eso se llaman también Puente de Einstein-Rosen.
¿Se puede viajar en el tiempo?
Una cosa es que existan los agujeros de gusano y otra muy distinta que puedan utilizarse para viajar en el espacio y el tiempo.
Los científicos creen que un agujero de gusano tiene una vida muy corta. Se abre y vuelve a cerrar rápidamente. La materia quedaría atrapada en él o, aunque consiguiera salir por el otro extremo, no podría volver. Evidentemente, tampoco podríamos elegir adónde nos llevaría.
Según la relatividad general, es posible viajar al futuro, pero no al pasado. Si se pudiera viajar al pasado, podríamos alterar la Historia, por ejemplo, haciendo que nunca naciéramos. Sería algo imposible.


El Retiro en junio

Una pareja de enamorados. Entrelazadas las manos, pasan manifestando deliquios amorosos. Bancos de madera, bancos de jardín de recia madera en las lindes del camino boscoso. Tilos, moreras, pinos y cimbreantes álamos; algún almez. 

En los bordes del amplio paseo, restos de hojas recogidas, quizás esta misma mañana, por los jardineros del parque.

Gorriones grises, saltarines, incansables en su continuo picoteo; palomas que arrullan, voraces palomas pendientes de cualquier resto que les pueda llamar la atención; mirlos negros, negros mirlos tímidos.

Al fondo, hasta la verja que separa el parque de la vía Menéndez y Pelayo –vía transitada por coches constantemente- la vista contempla un verde intenso bajo la sombra de esbeltos pinos; más adelante, el mismo verde soleado, más intenso, más vivo: hasta allí no abarca la sombra.

Quietud y sosiego. La gente pasa. Uno viene y pide cinco duros, con educación. ¡Hay tanta gente desarraigada!

Las madres, con sus niños pequeños, empujando capachos.

Algunas abuelas traen al parque a los nietos. Muestran dulzura; toda la dulzura que sólo las abuelas describen.

Dorado verde de las encinas anchurosas, verde que refleja los vesperales rayos del sol. Verde oscuro en la fosca hondura verde. Azulado verde de las elegantes sóforas, de los centenarios robles. Verde pálido, matizado, casi ocre de los copudos plátanos. Brillante verde de los tilos y de los anchos almeces. Verde perpetuo de los sombrajosos cipreses calvos; limpio verde de los altísimos álamos.

Un perro pequeño, de esos que llaman caniche, blanco, salta nervioso junto a sus amos, sobre el verde y cuidado césped de la explanada ajardinada.

La gente se sienta en los cómodos bancos. Es agradable.

Ya son las siete. A esta hora el Retiro es un lugar placentero que brinda frescor y sombra. Aún no ha llegado el estío. La primavera está acabando.


                                      Madrid, año 2000

Uno se pregunta

Uno se pregunta.

Uno espera.

Uno no obtiene respuesta.

Preguntar es dudar.

Saber es salir de la oscuridad.

La luz se presenta al despuntar el día.

La esperanza aún no se pierde.

Uno sabe que la esperanza es virtud.

Uno sabe que la respuesta es caridad.

Preguntar es dudar.

Duda, esperanza y caridad.

El inexorable tiempo aniquila lo banal.

El tiempo físico es efímero.

El tiempo dimensional es infinito.

No existe respuesta infinita.

Nuestras vidas están repletas de dudas.

Y la esperanza es lo único que sostiene la calma para vivir.


Si la Fe la perdemos, mejor no esperar.

Crítica a la religión

CRÍTICA A LA RELIGIÓN

Un temor me acomete aquí: no vayas a creer que te inicias en los principios de una ciencia impía y que entras por un camino sacrílego. Al contrario, las más veces es ella, la religión, que ha engendrado crímenes e impiedades. Así en Áulide, los caudillos elegidos de los dánaos, flor de los héroes, torpemente mancillaron con la sangre de Ifigenia el altar de la Virgen de las Encrucijadas. 

Cuando las ínfulas que ceñían sus virginales trenzas cayeron en partes iguales por ambas mejillas, cuando advirtió de pie junto al ara a su padre afligido, y los sacerdotes a su lado ocultando el hierro, y los ciudadanos deshechos en llanto a su vista, muda de terror caía de hinojos en tierra.

¡Mísera! No le valía en este momento fatal el haber sido la primera en dar al rey el nombre de padre. Asida por manos de hombres, temblorosa, al ara fue conducida, no para salir escoltada al claro son del Himeneo, una vez cumplido el rito solemne, sino para caer, pura, impuramente, en la misma edad núbil, lastimosa víctima inmolada por su padre, a fin de asegurar a la flota partida feliz y propicia. ¡A tantos crímenes pudo inducir la religión!

Lucrecio_"De la naturaleza, I, 80-101